porque la superficie de la cama
se hunde demasiado
y de alguna manera hay que elevar el cuerpo
para que los huesos no sientan
la distancia que surge entre ellos.
Ya no quepo en la computadora.
Ya no me halan los pies los demonios.
Ahora, para resolver,
me paso el control por los hombros
para simular un par de hilos que me amarren
al paracaídas que saqué
de entre las almohadas.
- Carlos Eduardo Silva Velázquez