siento,
que soy casi
el típico personaje
de tu programa de tv favorito;
a veces creo que,
extenuado con la idea de posibles secuelas,
me veo transmediado,
intertextuado,
en otras realidades y mundos virtuales,
en los que siempre,
al caer la tarde,
termina apareciendo la pregunta usual
sobre el motivo de la existencia
en ese mundo en el que apenas
me veo transmutado.
Muchas veces soy figura,
monocromática y caleidoscópica
caricatura,
insertada en el mundo de “lo real”.
Siempre un lente me encuentra
sentado
en algún valle donde se ve caer el sol,
donde me ven preguntarme el porqué
de esta piel amarilla.
Los créditos nunca caen
y permanezco insertado,
plasmado en cuatro bordesparedes
que contienen esta epítome:
yo, efigie de una tragicomedia
en la que casi soy
el chiste final.
- Anthony Hernández Rivera