de tocarle bocina a un caco,
de sacarle el dedo a la calle
sin preguntarte quién la cruza
es la nube de relámpagos
que te acompaña en la cabeza.
Es el deseo
de ser intocable tras los puños,
es el rasguño en los ojos
de quien le pegó los tiros.
Nuestro mayor deseo
no es volar ni disparar rayos láser
que quemen las ciudades,
no es poder levantar toneladas de piedra
con los dedos,
todos queremos ser como Logan;
queremos la posibilidad
de ser alguien normal,
de andar las calles y darnos la cerveza
pegando el olor del tabaco a nuestra ropa
ignorando las sombras que cruzan las aceras,
sabiendo que tu piel
no es la piel de los demás
y lo único molesto es tener que responder
con la voz profunda de la inmortalidad.
Lo amamos porque siendo como él
seríamos capaces de todo,
viviríamos las fantasías de contestarle
a aquel atleta de la high,
al militar que nos cruzamos
siempre por la uni;
podríamos pasear por las avenidas
e ir a pie a todos sitios
con la seguridad
de que las balas son solo
una colmena de vacunas.
- Carlos Eduardo Silva Velázquez