El reloj de Don Draper
está durmiendo en uno de los miles
de tabs de Google Chrome.
Me echo una cajetilla de cigarrillos
en el bolsillo de la polo
a ver si se siente un poco
como si lo tuviera puesto.
Ordeno un bolígrafo Parker,
lo pongo al lado de los cigarrillos
y ambos se quedan ahí
esperando el descenso del Sol
junto a estas piedras
que me ruedan por los pies.
La quietud de mi cara
intenta engañar a los mosquitos,
anyway no hay necesidad de picarme,
ya tengo la sangre hervida
y todos los carros que corren a mi espalda
erosionan un poco el camino de vuelta.
Saco un Zippo sin haber ido a Corea,
prendo el Zippo sin haber ido al infierno,
lo miro,
pero la cajetilla sigue envuelta
en su plástico original
y sé que de romperla no hay regreso,
que de sumarme este humo
no hay regreso.
Miro el lighter,
le estudio los guayazos,
lo cierro
y me lo meto al bolsillo.
Si el Sol se está escondiendo
es porque el día ya tuvo suficiente fuego.
- Carlos Eduardo Silva Velázquez