“Tú me dices si yo paso
y te recojo en el rojo”
-Cosculluela
La ciudad es para verla de noche
y necesito que me digas
si puedo ir a buscarte
para esconder las estrellas
con los pies de mi capota
y que reluzcan tus manos hasta cegarme,
hasta quebrarme las vértebras de accidente
porque no puedo contenerte en este carro
que no gira,
porque no puedo estrangularme
con tu vientre mientras escapamos.
Dime si paso a recogerte
o no, mejor no, que la noche se contamina
consigo misma
y nos deja a punto de caernos,
a punto de tirarnos boca a boca contra el asfalto,
seduciendo posibilidades de terminarlo todo aquí
usando de comienzo las luces que nos llegan.
Dime si te recojo en esta guagua roja
que apenas quemo,
en estas piernas que extiendo en tu camino
y decidimos que durante los paseos
podemos sellarle las puertas,
para que nadie más nunca
pueda decirnos
por dónde se entra o por dónde se sale.
Mi jeva y yo
“Hoy nos habitamos, mi jeva, la ciudad y yo”
- Gallego
I
Hoy nos componemos
de lo que fue un apartamento
casi casi a la orilla del mar,
entre un montón de pilas de cemento
y hoyos interminables
que nos hacían abrazarnos
cada vez un poco
más intensamente.
Nos habitamos el uno al otro
porque en el recuerdo
y en el piso de loseta que afirmamos hoy
hay muchas gotas de la misma luz
que forman un mapa
de lo que nunca fue un destierro
sino un vuelo circular por la brea.
Y nos vamos dando cuenta
de que no son los postes ni las maromas
sino ese mirarnos a los ojos
lo que compone esta ciudad que creemos conocer.
II
Mi jeva y yo nos quedábamos
dormidos
mientras intentábamos
ver Netflix en las noches
en que debimos
estar estudiando.
Suspirábamos la terraza
como si fuéramos a quedarnos
fumando,
mirando las luces de las montañas
porque las de la ciudad
no cruzaban
tantas casas.
Nos creíamos un rato
que el mar se asomaba
a las barandas de madera
y después de varios bostezos
nos acostábamos
y nos perdíamos las películas.
La ciudad siempre estaba mirándonos.
El mar se escuchaba si apagábamos el aire.
Seguimos durmiendo y apenas nos dimos cuenta.
III
Dave Matthews
es música de lluvia.
Mi jeva me enseñó eso sin saberlo.
Un amigo se lo enseñó a ella
cuando estaba en la high.
La miro y escucho las puntadas
de la guitarra,
miro las gotas como si fueran
luceros espantados.
La vida no es tan triste
como en las canciones,
tampoco tan feliz.
Por eso no importa
lo que se escuche mientras llueva,
siempre y cuando las gotas
y las notas
estén en el mismo tono
y vayan al mismo ritmo
que los suspiros de la jeva.
- Carlos Eduardo Silva Velázquez