y coleccionan
la maldad del ser humano.
Son un carnaval
condensado en la pantalla,
una oportunidad de andar con una espada
y destripar a las personas,
arrancarles los pixeles
y tirar ladrillos desde el techo.
No hacía falta que saliera Grand Theft Auto,
desde antes ya queríamos
embarrarnos de sangre
y por eso es que desde antes
los videojuegos nos dieron
la oportunidad de hacerlo.
Ya en Zelda intentábamos
cortar a las personas
que siempre nos decían lo mismo
o a los soldados que nunca
nos dejaban pasar;
insistíamos en romper jarrones
y asustar a los niños
por la calle.
Megaman nos liberó del sueño
de tener manos de pistola.
En Mario Kart se nos dio el chance
de jugar sucio,
con Super Mario pudimos
maltratar animales
y Pac-Man no era más que un hombre
vengándose de los muertos.
En fin,
sin los videojuegos enjaulándonos
de verdad se abriría
enterita
la caja de Pandora.
- Carlos Eduardo Silva