sin embargo,
sentí la importancia de las vueltas
que nos da el mundo y la boca;
sentí el primer paso en el pecho
como un bloque roto
que el país te echa encima;
cayeron desde los plafones
arañas rojiazules que te enferman,
pájaros muertos que se lanzan
como flechas primerizas
para quebrar pulmones secos.
Yo no me llamo Javier Culson,
pero el viento también me va en contra
y encuentro
que han habido tantos dientes
dentro del tiempo,
que valen más los pasos
que no deben darse
a los pisotones que te pide la risa.
Yo no me llamo Javier Culson
porque nunca merecí ese nombre;
nunca supe que la arena
viaja con uno dentro de los tenis,
que salto tras salto
se van cayendo pedacitos de pueblo,
de gente cansada que ha dejado de llorar,
de gente que tomando atajos
va a amarrarte los tobillos.
Yo no me llamo Javier Culson,
yo aún no entiendo lo que es el tiempo
ni cómo gira la patria
a la velocidad de las expectativas.
- Carlos Eduardo Silva Velázquez