que se para en la misma esquina todo el día.
La vi por la mañana y la vi en el almuerzo,
mirando directamente hacia la nada
como si fuera a cruzar o como si esperara a alguien.
Pienso que parece un NPC y me tienta hablarle,
pero es blanca y yo tengo un cerquillo muy puertorriqueño.
También ando en el carro y sería extraño pararme.
Pienso, entonces, que mi resistencia a bajarme
va a tono con la idea de que también soy personaje terciario
incluso en mi propia vida; por eso siento que nadie me habla mucho
y que tengo una cajita atrapándome los brazos al hablar.
Me miro desde afuera, a veces uso los ojos de mi mejor amiga,
y ajá, estancado, detenido, repitiendo siempre lo mismo
cuando salgo a las cinco de trabajar.
Cuando la gente me habla, digo siempre las mismas cosas:
hablo de reggaetón, de ser maestro, menciono algún flashlight
y doy una explicación de mi relación a distancia.
Por lo menos tengo más diálogo que otros personajes
y la posibilidad de ser playable en una secuela
sigue estando en la conversación.
Una versión de este poema fue publicada en Hadouken! Antología de literatura boricua videolúdica (Gnomo, 2023) bajo el nombre "La esperanza de lo inmóvil"