Hace mucho que salí de mi ciudad.
Hace ya
varios meses
que me muevo por el mundo,
de pueblo en pueblo,
hacia montañas, llanuras,
playas y de todo.
Pensé siempre que el movimiento
sería lo mejor
-sin importar cuántas mordidas
tuviera que esquivar,
ni cuántas cabezas
tuviera que romper.
Solo quería
no encontrarme
con la culpa de a quienes no salvé,
no tener que romper los dientes
de tantas risas pasadas.
Pero todos, antes de morir,
salieron de mi ciudad.
Hacía ya varios meses
que se movían por el mundo,
de pueblo en pueblo,
hacia montañas, llanuras,
playas
y de todo.
XII
Hay que escoger bien
el arma que te acompañará
durante el resto de tus días:
los próximos dos,
el siguiente mes,
los años venideros.
Hay hachas, cuchillos, espadas;
pistolas, rifles, flechas;
alguna lanza homemade, un bate,
una macana, un martillo,
hay opciones.
Es importante saber
la rapidez que tiene, la fuerza,
la efectividad del impacto,
cuán productivo
su contacto con un cráneo...
Pero más importante
cuán fuerte su golpe
contra un cráneo saludable.
XIII
Desperté
desesperado
creyendo que estaba
cubierto de sangre.
Ya la sangre no me asusta
pero me estaba
bajando por los labios.
XIV
¿En qué se diferencia
nuestra hambre
de la de ellos?
Nosotros también
queremos comer,
queremos tocarnos,
agarrar cuerpos, cinturas y nucas
para saciar una sed natural.
¿Es el control
lo que nos diferencia
o es el miedo?
La duda recae
sobre el tiempo límite
del control...
¿Cuándo cederemos
ante el buffet
con el que nos rodeamos?
XV
Hoy estuve mirando
a una muchacha que encontramos
y por primera vez he comprendido
lo que es ser
uno de ellos.
- Carlos Eduardo Silva