adaptar de Jersey Shore a mi vida
es encoger los días a montajes de makeover.
Levantarme, ir al baño, lavarme la cara,
hacerme un desayuno enorme
y pasar directo a la rutina
de cepillarme los dientes con furia.
Visitar el barbero, hacerme el cerquillo
y hablar un poco de los Lakers y Lebron.
Ir al mall, comprar una camisa y unos tenis,
seguirlo al gimnasio, escuchar un CD nuevo
mientras intento romper un récord personal.
Meterme a bañar, convencerme de que lloro
porque el jabón de cara me cayó en los ojos.
Cenar dos platos de espinaca
y unas cuantas caderas al horno.
Sentarme a leer una crónica
con un bowl de frutas y un té sin cafeína.
Lavarme la boca con furia una vez más,
tomar melatonina, apagarlo todo
y comenzar de nuevo al día siguiente.
Hasta que 24 horas vuelvan a ser tolerables.