y al sentirse olvidada lloró
lagrimitas de aserrín”
-La Muñeca Fea (canción infantil)
No se puede ver llorando a una muñeca
y no sentir el aserrín
rasgando surcos
sobre sus mejillas manchadas.
Se conoce del dolor
—del más profundo--
al limpiar el hollín de su mirada opaca
y ver en los botones de sus ojos
el vacío secuestrado del olvido.
Por eso
uno cierra el corazón al guardarla
—supuestamente por un rato--
en lo más profundo de aquel armario viejo
donde hasta los sueños se olvidan.
Así ya no se mira el brazo roto
de aquel recuerdo fugitivo de la infancia
y se borra para siempre
toda culpa
de no secarle a una muñeca el llanto.
- Nicole Yordán