Recuerdo
su boca
antes de ser un vaso de sangre.
Recuerdo saborear su saliva
cuando era solo eso
saliva
y no jugo de cerebro, de lengua,
de garganta y de cachetes.
Recuerdo sus costillas
mientras apretaba mi mano contra su piel.
Nunca las conocí así,
de frente...
Entre la sangre
que sale de su cuello y de su panza
se encuentran las burbujas
que algún día hirvieron por mí.
Y en esta cabeza,
reflejo del olvido, de la inexistencia
de lo que fuimos,
ya no queda nada,
solo otro plato para la sopa.
VII.
Ríete todo lo que quieras,
búrlate de mí,
regálame el discurso
del sinsentido de todo,
de lo poco que importará
sacarte de esta vida.
Sigue riéndote, mírame a los ojos,
jura por un momento
que me has hecho cambiar
de parecer.
Ríete, no pares de reírte;
será la última felicidad que tendrás
antes de sentir tu pupila
abriéndose en dos.
VIII.
Hoy vi a otra
de las muchas mujeres que amé.
Esta vez fue ella
la que intentó besarme.
IX.
¿Recuerdas cuando el sonido
de la puerta
era una mera posibilidad,
incluso una ilusión?
Yo no.
Yo solo reconozco
los gruñidos y rasguños
que preceden al cuchillo
traspasando algún cráneo.
Todo lo demás
ha dejado de importar.
Miro la ventana
y solo veo blancos, punching bags,
pedazos de carne andante
e incomestible.
Lo más triste es eso,
lo de incomestible.
En fin, que ya
solo quiero
dar patadas, enterrar sables
y levantar revólveres
como el buen caco que fui un día.
Ya nada de esto es un tabú,
ya no hay leyes que romper,
solo sedes que saciar
y cerebros que partir.
¿Recuerdas cuando el sonido de los pasos
ponía a uno nervioso
porque odiábamos a la gente,
porque hablaban demasiado?
Yo no.
Yo solo reconozco
la saliva que me baja
cuando escucho el crujir de las hojas,
sin importarme ya
la vida o la muerte.
X.
He robado
por primera vez en mi vida.
Siempre lo pensé fácil,
pero jamás
lo imaginé tan cierto.
Robé cuchillos, lighters,
flashlights,
un machete
y muchas herramientas.
En un segundo viaje
agarré comida.
El rush no fue el esperado,
la adrenalina
se quedó atrás,
en las posibilidades
de robarme aquellos libros,
aquel juego de Xbox
y todos los dulces que se pueden
robar imperceptiblemente.
He robado por primera vez
y he sufrido
la barbarie
de lo que pudo ser.
- Carlos Eduardo Silva