A:
Tití Margarita, Abuelita, Mami,
Papá Chilo, Welo, Mamá Santa, mi Lucy,
tío Mickey, tío Padrino y tití Mildred
Todos saben explicarte
la gran bendición que es
tener una familia enorme,
tener tanta gente que te ame.
Lo que no te dicen es
que llegará un día
en que el dueño de la funeraria
te saludará en las calles;
que cargarás tantos ataúdes
que el tuyo
llegará solito al hoyo;
que comenzarás a confundir
el olor de la playa
con la sal de las lágrimas
que se acumulan en tu bigote;
que son tantas las caras
que todas las muertes
comienzan a ser tu culpa.
Entiendes por cuenta propia
que la gente que te construyó
pedazo por pedazo
irá desapareciendo
y empiezas a dudar
de la estabilidad de cada pieza,
de la garantía que expira,
de la fidelidad de tus piernas camino al matadero.
- Carlos Eduardo Silva